domingo, 29 de marzo de 2015

El Amaru


"En remotos tiempos el cielo era azul, con nubes pisteadas que manaban agua. Después, todo cambió; el cielo quedó sin nubes, los animales andaban desfallecientes. Todo aconteció porque los hombres olvidaron ser justos. Entre tantas penas y miserias ya ni troncos secos había. Hasta olvidaron cómo era el maíz. Desde las punas bajaron a los valles en busca de sustento. Los sitios antes verdes ya sólo eran ruinas. Cada día había más desolación.

Para conjurar esta maldición vinieron de lejanas comarcas ancianos entendidos en curar los males. Cierto día, el más anciano de ellos, que hacía el augurio con las tres únicas hojas de coca que quedaban, tembló de alegría porque cayeron pro el dorso. Entonces un hermoso cóndor voló a buscar el remedio.

Pronto se sintió sin fuerzas. Se alzó a morir en el Ayaqchiri, la cumbre más alta. Viendo Ayaqchiri la agonía del cóndor, le habló: 
-Cóndor, mi amigo. ¡Qué serían de mis días sin ti! ¡No voy a permitir que mueras!

La causa de vuestros males es el fiero Amaru del lago. Devora a quien llegue a él. Para poseer la Sullawayta, la preciada flor de escarcha, se disfrazó y la raptó. Sullawayta, que da vida y trae al bien fue devorada por el Amaru. Para rescatar la flor será necesario que un hombre o animal tan puro y cristalino como la flor de escarcha se arroje al fondo del lago.

Oyó el cóndor esta revelación y voló a contarla. Con miedo, los hombres fueron al lago y suponiendo ser uno de más puros que otros, se entregaron a las aguas. Ese sacrificio no dio resultado alguno. Mas cuando un pastorcillo se inmoló, las aguas que agitaron. Todo era ira. El miedo los dominó y cayeron desmayados. Cuando volvieron en sí prometieron ya no pecar.

De pronto, de las aguas del Amaruqucha, subían al cielo nubes negras y blancas. Eran las almas de los sacrificados. El partocillo se quedó en el fondo del lago a cambio de la Sullawayta. Los purificó por ser el más limpio y bueno. Las nubes blancas eran los buenos. Las negras,  los malos. Subidos al cielo con tan grande pena, lloraron lágrimas que se tornaron lluvia. Desde entonces la tierra tiene flores y frutos. La flor de la escarcha amanece en las flores y cóndor sigue majestuoso".

Foto: Miguel Núñez B.

Fuente: Mi visita al Museo de la Nación-febrero 2010.

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